miércoles, 4 de mayo de 2011

¿Qué hay de bueno y de malo en la no linealidad? (II)

Ayer, en la reunión grupal que tuve con mis compañeros de Fantasía, emergió la duda de qué considerábamos por no lineal. Si la facultad de que la historia del relato se ramifique en subhistorias y éstas a su vez en más y más infinitas posibilidades o si, en cambio, también entendíamos por no lineal el hecho de que un relato aparentemente lineal, como el que hemos empezado a delinear y basado en la historia, aún por construir, de una mujer que no responde a los tópicos construídos sobre su género, ofrezca al futuro lector o lectora la potestad de elegir diferentes alternativas dentro de una trama a priori cerrada. Bien, la cuestión puede parecer un poco enrevesada (y eso que no hemos hecho nada más que empezar) pero viene a cuento porque de nuestro relato grupal se espera una posible aplicación de los conocimientos que estamos adquiriendo en esta asignatura.
A decir verdad, por no linealidad podemos entender muchas cosas, pero lo que no es menos cierto es que seremos no lineales en la medida en que combatamos los esquemas tradicionales que nos han enseñado desde pequeños. Me explico. Aceptando que la linealidad esconde, en cierta medida, una imposición rígida del modo de ver de la entidad o persona que hace uso de ella (por ejemplo, el hecho de tener que seguir un libro de texto que marca una sucesión cronológica de los acontecimientos, aunque, por otra parte, también tengo que decir que eso facilita, cuando somos estudiantes, cierta organización de los contenidos de una asignatura), lo contrario, esto es, la no linealidad sería liberar al documento de una atadura preestablecida (ya sea cronológica, temática, etc...) y dar a su destinatario al que nos dirigimos la potestad de elegir las rutas que quiera explorar.
Trasladando esto al germen de nuestro trabajo, el hecho de que partamos de una historia con un principio y un final no determina que sea lineal. En post anteriores hablé, por ejemplo, de la película 'Incendies', que, a pesar de que se asienta sobre una historia cerrada, la de una madre y sus hijos, alcanza una cierta no linealidad al desarrollar la trama mediante saltos alternativos en las diferentes caras de una misma historia y abriendo su curso a diferentes perspectivas que juegan su parte en la evolución de los acontecimientos.
En definitiva, la no linealidad tiene más que ver con el trazado de los distintos itinerarios que suelen manifestarse desordenada y espontáneamente entre los diversos aspectos de nuestra realidad y la búsqueda consciente de los nexos, fusiones y asociaciones que existen entre los innumerables factores que nos condicionan. Volvemos, por tanto, otra vez, a aquellos principios que vimos en la película de Benjamin Button. Por supuesto, la no linealidad puede ser trasladada a nuestra forma de actuar, seamos docentes, periodistas, escritores o psicólogos. De un modo más gráfico, la no linealidad vendría a ser como la imagen dibujada por un caleidoscopio, pero con rutas que no estuvieran prefijadas por el reflejo de los diferentes rastros pictóricos.



Por todo esto que digo, considero que, aunque empecemos por lo que a primera vista podría ser estimado como un relato lineal, una vez que lo escribamos podremos extenderlo y representarlo de una forma más fiel a la no linealidad que buscamos. Todo dependerá de las posibles e imposibles relaciones que proyectemos en nuestra imaginación.

Mi próximo mensaje tratará de ver cómo han sido tratadas la hipertextualidad y la no linealidad en la literatura. Sólo dejo una sugerencia cultural más que ha venido a mí a través de un artículo de Teresa Gómez Trueba del que hablaré en la siguiente entrega de este blog: 'Juegos de cartas' de Max Aub.

"El libro de Max Aub está integrado por ciento ocho naipes, a cuyo dorso van escritos otros tantos textos, en los que los firmantes hablan de Máximo Ballesteros, personaje recientemente fallecido. En algunas de estas cartas su muerte es considerada como un suicidio, en otras se sospecha de la esposa del difunto, en otra el médico certifica que Máximo ha muerto de una trombosis coronaria. Evidentemente, nos hallamos ante un texto potencial, susceptible de múltiples lecturas. Las cartas naturalmente exigen del lector, o mejor dicho del jugador, un trabajo cooperativo. Nos encontramos ante un paradigma de obra abierta, en la que el autor recurre a la presentación desordenada de los elementos que la constituyen y ofrece a los lectores la posibilidad de interpretaciones diversas del texto".

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